14 diciembre 2017

L'Ana, er Avi y Morabeza en Nueva Zelanda. Parte 1

Kia Ora!

Preparados para un tocho en cinco partes. Porque Aotearoa, la tierra de la gran nube blanca se lo merece. Y como es indescriptible lo que vimos, intentaré poner pocas palabras y dejar a las fotos que hablen.

El viaje de ida, de dos escalas y treintaymuchas horas transcurrió como es usual: corriendo por los aeropuertos en los transbordos por culpa de los retrasos, pero todo terminó bien. Antes de comenzar la autentica aventura, teníamos un día en Auckland, donde descubrimos varias  cosas que se confirmaron en el viaje: los acuarios no son muy espectaculares, el tiempo está loco en NZ y la comida (y los vinos) muy, muy buenos.


Auckland o Nueva-Nueva York de Futurama

ISLA SUR. PRIMERA PARTE

Después de pelear con nuestro equipaje para cumplir con los requisitos de Jetstar volamos a Christchurch. Esta ciudad ha sido atacada por varios terremotos a lo largo de su historia y todavía refleja los efectos de el último de ellos. Allí disfrutamos de su museo, su jardín botánico y paseamos por sus calle. y, sobre todo, recogimos a "la Happy", nuestro medio de transporte para el resto del viaje.


Tras el terremoto construyeron una iglesia con tubos de cartón (hay truco, dentro llevan las vigas de metal)


El botánico y sus árboles con el clásico problema de gigantismo en NZ



La Happy, nuestra fiel compañera de viaje

Una vez cargados de provisiones y ya acostumbrados a no darle al limpiaparabrisas cuando queríamos poner el intermitente, nos dirigimos a la península de Akaroa. Dejábamos las ciudades y nos internábamos en el espectacular paisaje neozelandés. Por desgracia, nos acompañaba el mal tiempo y no pudimos darnos un paseo en barca para ver delfines, pero disfrutamos del entorno y de una inesperadamente exquisita cena en el pueblecito del mismo nombre que la península.


Akaroa... y decidimos que las fotos panorámicas iban a ser la tónica del viaje...


...como decía...

Al día siguiente, tras subir en "la Gondola" para ver la ciudad de Christchurch desde las alturas,nos cambiamos de costa cruzando la isla por el Paso de Arthur. El tiempo seguía loco, pero el camino nos mostró los increíbles cañones, valles, colinas, montañas y ríos que no eran más que un aperitivo de lo que iba a llegar. 


Christchurch desde la Góndola


 Hacia el Paso de Arthur (sí, entre aquellas montañas hay un valle y un paso a la Costa Oeste...)

Tras pasar noche en Greymouth, viajamos a Punakaiki, a ver los "pancakes" de roca y a Westport, donde descubrimos a los primeros representantes de la fauna local. El extraño pájaro waka, con sus andares de dinosaurio y las primeras focas (ovejas llevábamos viendo ya desde Christchurch).



Punakaiki. Explicación científica de la formación de los "pancakes":"ni idea, tú"



Paseo cerca de Westport (Ana feliz, que ya había visto leones marinos)

A continuación, nos dirigimos hacia el sur. En Hokitika nos hicimos con jade para tomar y regalar y por la tarde llegamos al Glaciar Fox. Allí nos encontramos con el kea, un extraño "periquito" con andares de borracho, y los glowworms, gusanos que se iluminan y nos acompañaron en un paseo nocturno por el bosque.


Camino al Glaciar Fox...el pedregal de detrás fue en su día parte del glaciar

La mañana siguiente vimos el Glaciar, que lleva retrocediendo metros y metros en los últimos tiempos debido al efecto del cambio climático. Por la noche, montamos nuestro campamento en nuestra primera zona de acampada gratuita junto a un lago. Los cientos de patos locales acudían en tropel a pedir comida con total descaro.


Sí, Morabeza estaba con nosotros. Al fondo, la cabeza del glaciar


Y a pocos kilómetros, el mar 


Allí abajo, y totalmente gratis, nuestra zona de acampada


Seguimos nuestro camino hacia el sur. Queenston, la siguiente parada, nos deparó varias sorpresas: un observatorio bajo el agua en el muelle y la dasaparición/robo del tapón del tanque de agua de "la Happy"... Llegamos por la noche a Te Anau, a tiempo para visitar la Glowworm Cave, donde cientos de gusanitos luminosos nos esperaban otra vez, pero en esta ocasión dentro de una cueva inundada, donde te llevaba un rato a oscuras en una barca.


Un par de merluzos conversando en el observatorio subacuático de Queenston


Con estas vistas, almorzamos en Queenston

El día siguiente se lo dedicamos al Milford Sound. Un espectacular fiordo que se recorre en barco para poder ver los cientos de cascadas que desembocan en él. Y la fauna que habita por allí. Y quedarse con la boca abierta...



Camino al Milford, el llamado Mirror Lake (por razones óbvias)



Decenas de saltos de agua...


...en un fiordo espectacular (¡mirad el tamaño de los barcos!)


...sin palabras...


Embobado que me quedé...

L'Ana, er Avi y Morabeza en Nueva Zelanda. Parte 2

ISLA SUR. SEGUNDA PARTE

Todavía con las imágenes del Milford en las retinas, nos encaminamos al nuestra mata más austral del viaje. Las Catlins. Antes, en Invercargill, conseguimos una nueva tapa para el deposito del agua. Después, conocimos a los comeostras, unos pajaros negros con pico de zanahoria omnipresentes en las costas de la isla sur. Y Ana se hizo amiga de unos leones marinos que descansaban con toda la pachorra a pocos metros de ella.


A la distancia reglamentaria de 10m


Faro de Waipapa

Continuamos viajando por las Catlins. Nos mojamos los pies en el Oceano (¿Antártico?), vimos un bosque petrificado en Curio Bay y un pingüino de ojos amarillos se dio un paseo delante nuestra para darse un chapuzón cerca de Nugget Point.



Bosque petrificado de Curio Bay. A mí también me costó...


...hasta que vi que esto eran troncos....


Nuggets Point

Ahora tocaba ascender por la costa Este. Primera parada, Dunedin y la península de Otago. Ciudad llena de murales espectaculares y península llena de vida, entre ella, el Albatros y los pingüinos azules, se salen en hordas del mar al ponerse el sol. Y más leones marinos en Sandfly Bay.


Murales en Dunedin


Y la península de Otago


Nuevamente a los respetuosos 10 m...

Continuando hacia el Norte, tras posar junto las "canicas" gigantes de roca de Moeraki, como los cientos de turistas chinos, paramos en Oamaru, en mitad del Festival Victoriano... y de gente con cacharros y ropajes "mecanico-hidráulicos", como no podía ser menos en la autodenominada Capital del Steampunk.


El Team Rocket ataca de nuevo...


Ana haciendo amigos


¡Comienza el desfile!


El abuelo de Lobezno en bici

La siguiente jornada nos esperaba un viaje largo, que se hizo más largo aún debido a las carreteras cortadas por el reciente terremoto. Pero al final conseguimos llegar a Kaikoura y flipar con las ballenas y los delfines, por mar y por aire.


Ballenas por mar...


...y aire...


sí, por aire....


...en avioneta...

Nos tocaba ahora cubrir el Norte de la isla Sur. Primero, por el Parque de Abel Tasman, un festival de aves de todo tipo, incluido el escurridizo Fantail, que nunca conseguimos fotografiar. Después, por la Golden Bay, donde los cambios de marea hacían retroceder la línea de playa varios cientos de metros. También vimos las Waikoropupu springs, manantial sagrado maorí que crea el lago con una de las aguas más puras del planeta (para los buzos: visibilidades de más de 60m).


En el Abel Tasman


Otra playita del Tasman


Al Norte de la Golden Bay, al Norte de la isla Sur


En las fuentes de Waikoropupu... no sabíamos como hacer una foto a algo transparente...


Otra vista de la Golden Bay...

Y nos teníamos que dirigir ya a Picton, para tomar el ferry y pasar a la isla Norte, pero antes, nos dio tiempo a unas pequeñas paradas en Nelson y Havelock. ¡No nos queríamos perder nada!:P


Barrio antiguo de Nelson (una vez reconstruido, pintado y reformado...)


Havelock al anochecer

Dejábamos la isla Sur alucinados por todo lo que habíamos visto. Pero aún quedaba la isla Norte... la aventura continuaba!



Adiós Picton, adiós isla Sur... ¡Hola isla Norte!! 

L'Ana, er Avi y Morabeza en Nueva Zelanda. Parte 3

ISLA NORTE. PARTE UNO

Nuestro recorrido en la isla Norte comenzó bajando del ferry de Interislander, en la ciudad de Wellington. Directamente nos fuimos al monte Victoria a ver las vistas y comenzar a hacer el friki. ¡Estabamos en la Tierra Media!. Toda la isla Sur nos recordaba a la obra de Tolkien, pero en la isla Norte se encontraban gran parte de las localizaciones de las películas. En el monte Victoria, el agujero donde los hobbit se ocultan del Nazgul... no hay árbol ni raíces, pero qué más da ;P



Wellington desde el monte Victoria



Huyendo del Nazgul...

Tras una opípara cena con un Wellington y mejillones verdes recuperamos fuerzas para visitar, al día siguiente, las oficinas de Weta, donde en un paseo guiado te enseñan como fabrican todas las armas, maquetas y prótesis para sus películas. Por la tarde, nos esperaba el Te Papa, el museo de la ciudad donde los empapamos de la historia Maorí.


A punto de ser hervido... o frito...no, mucho mejor confitado...

Dejamos la ciudad y volvemos a la Nueva Zelanda Salvaje... pasando por el rio Anduin y Rivendel... o lo que dejaron de ello. En el Bruce National Park, conocimos otro montón de aves, incluido un kiwi blanco... y también unas anguilas del tamaño de submarinos.


Los elfos dejaron poco al abandonar Rivendel

En Napier vimos un desfile de Navidad realmente peculiar (dejando al lado que ya resulta peculiar estando en verano). Tan impactante, que me dejé la guía en un tienda y tuvimos que hacer 40 Km de vuelta para recuperarla cuando me percaté de ello :(



Sí, es un desfile de Navidad...


Esto también...

Llegamos después a Rotorua, y en los alrededores vimos cascadas, Wai-o-tapu, con sus aguas termales, terrazas de silice y aguas sulfurosas y el espectáculo Maorí en Mitai Village.



La cascada de Huka


El infierno de Wai-o-tapu


Muerte por churruscamiento


Los primos Maoríes


En plena fiesta

Y, al día siguiente, ¡¡Hobbiton!!.


La foto por la que todos preguntaban... un hobbit en Hobbiton!


Nuestra casita


La puerta de Sam... el final de la aventura...


No nos dimos cuenta de que se habían llevado los ponis... :P

Tras ver las cuevas de Waitomo con una guía a la que no podía importarle menos la cueva, nos cayó el diluvio al regresar a Rotorua, así que nos fuimos hacia el Norte. ¡Llegaba la hora del buceo! La Bahía de Plenty nos esperaba.



La espectacular cueva de Waitomo


Una loncha de bacón... de pura piedra...